A medida que ha transcurrido el tiempo, las explicaciones para el trastorno de personalidad múltiple (MPD) y la disociación han evolucionado en consonancia con las corrientes psicológicas predominantes en diferentes épocas.
Desde concepciones que establecían vínculos entre el trastorno de personalidad múltiple (MPD) y fenómenos sobrenaturales, posesiones o reencarnaciones, hasta teorías que enfatizan la importancia del síndrome de desconexión hemisférica cerebral como un factor relevante.
Las primeras teorías sobre el MPD surgieron en el siglo XIX con figuras como Charcot, Janet, Prince, Freud y Breuer. En un principio, el trastorno de personalidad múltiple (MPD) fue clasificado dentro de la categoría de histeria en el DSM-I, y sus características fundamentales fueron detalladas en el DSM-III-R.
Con el propósito de establecer una conexión entre la información existente acerca del trastorno de personalidad múltiple (MPD) y las demandas clínicas. Kluf propuso un modelo causal compuesto por cuatro elementos:
- Factores que predisponen.
- Experiencias traumáticas.
- Procesos cognitivos implicados.
- Experiencias retrospectivas inadecuadas que obstaculizan la integración de la vivencia.
Trauma, síntomas e hipnosis
Desde entonces, las teorías sobre el MPD han estado asociadas con la Hipnosis y la experiencia de trauma. Aunque los estudios fisiológicos y psicológicos no han brindado una explicación clara y definitiva del trastorno.
La diversidad de síntomas presentes en el trastorno de personalidad múltiple (MPD) con frecuencia conduce a errores en el diagnóstico y la selección de tratamientos adecuados.
Como resultado, ha surgido un movimiento escéptico respaldado por ideas como falsas memorias y la naturaleza de la personalidad. Las explicaciones que hacen hincapié en los distintos niveles de integración e identidad implícitos en el concepto de «personalidad» son consideradas más aceptables.
Se ha observado que los pacientes con MPD presentan diferencias marcadas en Las características que hacen al trastorno de personalidad múltiple (MPD) único en relación con otros trastornos disociativos son: Los estados mentales más que en personalidades completas e independientes.
Inició antes de los 12 años, asociación con trauma por abusos, predominio en mujeres y curso crónico. A pesar de que existen algunas pruebas que sugieren que las capacidades disociativas pueden tener un origen biológico, aún no se disponen de modelos de referencia para evaluar los mecanismos biológicos involucrados.
La histeria y las múltiples personalidades
La histeria se caracteriza como una expresión variada que se clasifica principalmente en tres trastornos o situaciones:
El trastorno de personalidad histérica (que no siempre es considerado una enfermedad), la conversión histérica y por último la histeria crónica.
Algunos autores han sugerido revisar y reclasificar este conjunto de trastornos de conversión dentro de los trastornos disociativos. En el DSM-5, los trastornos asociados con traumas y factores estresantes se incluyen en la categoría diagnóstica adecuada.
Históricamente, se ha establecido una asociación entre la histeria y la disfunción del hemisferio cerebral derecho. La histeria crónica y el trastorno de personalidad múltiple (MPD) se distinguen por exhibir distintos patrones de actividad eléctrica cerebral en los hemisferios, lo cual se refleja en la inhibición del ritmo alfa.
Esta activación cerebral relativa, con predominancia en el hemisferio derecho en el caso de la histeria y en el hemisferio izquierdo en el trastorno de personalidad. De acuerdo con esta premisa, se plantea que la experiencia consciente está vinculada a un sistema neural fundamental denominado el eje de la conciencia múltiple (MPD). Podría proporcionar una explicación para estos trastornos.
Los trastornos de Estrés Postraumático
Mientras que Janet se enfoca en la disociación en relación con sucesos traumáticos, Spiegel argumenta que la disociación desempeña un papel fundamental en el trastorno de estrés postraumático (TEPT). Según esta perspectiva, la disociación puede ser vista como una respuesta normal a un evento traumático.
con el objetivo de tratar la disociación que se halla en el trastorno de estrés postraumático (TEPT), se pueden tener en cuenta dos enfoques teóricos distintos.
En uno de ellos, la disociación podría manifestarse como un intento de resolver un conflicto, aunque es poco probable que logre una verdadera resolución. Es innegable que la disociación tiene un efecto perturbador, ya que interfiere con la capacidad de adaptación individual, especialmente en la memoria y en situaciones cotidianas.
El enfoque secundario se focaliza en el procesamiento de información y sostiene que el estrés ocasiona aumentos en la excitación y reducciones en el procesamiento de información, particularmente en los procesos de memoria.
Por consiguiente, la disociación puede presentarse como un resultado de una disminución en la habilidad para manejar los recursos cognitivos debido a una carga excesiva de atención.
La segunda perspectiva se enfoca en el procesamiento de la información y sostiene que el estrés genera aumentos en el nivel de excitación y disminuciones en el procesamiento de la información, particularmente en los procesos de memoria.
No obstante, no todos los pacientes con trastorno de estrés postraumático (TEPT) experimentan disociación durante el trauma ni presentan características disociativas como resultado del trastorno.
Esto indica que los pacientes con TEPT pueden presentar cierta vulnerabilidad o predisposición hacia la disociación.
Suicidio y disociación
Algunas personas con inclinaciones suicidas pueden exhibir una predisposición al trastorno disociativo, una insensibilidad al dolor y una falta de interés hacia su propio cuerpo.
La disociación se refiere a un estado mental en el que se produce una separación de la experiencia consciente. Lo cual puede manifestarse a través de dos procesos disociativos principales: la separación, pérdida o limitación de la experiencia, y la pérdida de control, que se refiere a la capacidad de supervisar la conducta.
Diversas investigaciones teóricas y experimentales señalan que determinadas situaciones de estrés pueden promover el desarrollo de una propensión hacia la disociación, la cual, una vez establecida, se convierte en un elemento esencial de la conducta suicida.
En personas con propensión a llevar a cabo comportamientos suicidas, la capacidad para soportar el dolor puede estar aumentada debido a diferentes factores psicológicos que la afectan.
Aquellas personas que optan por métodos suicidas violentos y dolorosos pueden estar influenciadas por una predisposición a desarrollar procesos disociativos que están asociados con la falta de conexión emocional hacia su propio cuerpo y una disminución de la sensibilidad al dolor, especialmente en situaciones de estrés intenso.
Hipnosis y disociación
La noción de que la conducta hipnótica surge de una fragmentación de la conciencia en dos o más componentes no es una idea recientemente concebida.
La teoría de la neodisociación de Hilgard (1977), que ha sido retomada en la actualidad, sostiene que los fenómenos hipnóticos son procesos disociativos.
Basándose en estas teorías, la Hipnosis podría ser considerada como una opción de tratamiento apropiada para pacientes que padecen trastorno de estrés postraumático (PTSD).
Estas teorías se sustentan en la premisa de que el comportamiento se encuentra estructurado en un sistema de mecanismos jerárquicos que controlan las respuestas.
Según esta teoría, cuando un subsistema se activa a través de la sugestión, se requiere un menor esfuerzo cognitivo en comparación con la activación intencional.
Panorama actual
Los trastornos disociativos comprenden una serie de síndromes que se caracterizan por alteraciones en la conciencia. Lo cual se manifiesta en la memoria y la identidad.
La información o procesos que se encuentran disociados pueden interferir y preparar para la ejecución de diversas tareas. Aunque esta información disociada no esté conscientemente presente, puede influir en el comportamiento consciente y provocar alteraciones en el mismo.
En consecuencia, parece que el concepto de disociación no requiere una total separación de los procesos involucrados. Las experiencias traumáticas graves pueden suprimir una parte de la conciencia y permitir que la persona siga funcionando con otras partes restantes.
Algunos enfoques tienden a subdividir la disociación en diferentes tipos, como patológica y no patológica, aunque no todos los estudios respaldan esta distinción.
Referencias
- American Psychiatric Association. (2000). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fourth Edition. Text revised. Arlington (VA): American Psychiatric Association.
- Asociación Americana de Psiquiatría. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5), 5ª Ed. Arlington (VA): Asociación Americana de Psiquiatría.
- Atchison , M., & McFarlane, A. C. (1994). A review of dissociation and dissociative disorders. Australian and New Zealand Journal of Psychiatry, 28, 591-599. doi: 10.3109/00048679409080782
- Auxéméry, Y. (2012). Posttraumatic stress disorder (PTSD) as a consequence of the interaction between an individual genetic susceptibility, a traumatogenic event and a social context. Encephale, 5, 373-380. doi: 10.1016/j.encep.2011.12.003